El universo en la comida.
La comida es, podemos decir, la condensación del universo. Michio Kuschi, en The New Book of Macrobiotics, argumenta que la evolución de la vida en la tierra ha sido profundamente influenciada por las estrellas. Sus vibraciones, sus ondas electromagnéticas, han permitido que los microorganismos y los seres multicelulares inicien el camino de la evolución.
Incluso el cuerpo humano, dice el autor, refleja este origen, esta ascendencia celestial, "sus sistemas, sus órganos y sus funciones, reflejan el movimiento de los grupos de constelaciones y galaxias y la influencia ejercida sobre ellos. De los movimientos de los planetas. En conjunto, el cuerpo humano es una copia del universo ».
El ambiente natural del plato termina en el cuerpo.
Siendo hombre, el ser más avanzado puede comer y asimilar a todos los seres que lo precedieron, tanto animales como vegetales. El hombre es omnívoro y come una gran variedad de alimentos, recapitulando toda la escala de la evolución. Se inicia desde lo más primordial: enzimas, levaduras y microorganismos, moluscos, peces, anfibios, aves, hasta reptiles y mamíferos. Pero también se alimenta de toda la escala evolutiva del reino vegetal: moho, algas, vegetales, frutas y cereales, que son los vegetales más evolucionados porque tienen tanto la semilla como la fruta. Pero también tomamos minerales y agua, que es el 80% de nuestro cuerpo.
Todo esto para decir que los seres humanos, como todas las demás formas de vida, día tras día nos apropiamos y hacemos de lo nuestro, en el cuerpo, parte de nuestro entorno natural. El medio ambiente, la tierra que comemos, se forma, para caracterizar nuestra sangre. La calidad de la sangre influye y modifica las células, órganos y tejidos de todo el cuerpo, incluido el cerebro y el sistema nervioso. Y modifican claramente nuestras funciones físicas y mentales: nuestro comportamiento, nuestras expresiones, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras percepciones.
Mala televisión, sangre pesada.
Michio Kuschi usa una metáfora aguda para expresar este concepto, es decir, nos compara con un televisor viejo que no recibe ni transmite en forma de sonidos e imágenes, las vibraciones provienen de una estación distante. Así que, dice, cuando una dieta incorrecta hace que nuestra sangre sea pesada y no suave, no podemos percibir ni transmitir ondas provenientes de una distancia corta o larga.
Somos lo que comemos y los únicos responsables de nuestras condiciones físicas y mentales. Y aquí está la clave del destino, lo individual y lo colectivo: en la dieta.