El Feng Shui, una disciplina oriental que se remonta a hace unos cuatro mil años, tiene como objetivo crear armonía entre el hombre y el medio ambiente, a través de la orientación, la elección de materiales, los colores y el cuidadoso estudio de las posiciones de decoración. Vemos muy brevemente lo que sugiere sobre cómo y dónde colocar el dormitorio, el lugar donde nos regeneramos y pasamos gran parte de nuestra vida (alrededor de un tercio) para favorecer una circulación armoniosa de khi, la energía vital.
Gran importancia para el Feng Shui: la posición de la cama, que debe estar hecha de materiales orgánicos (madera, mimbre, mimbre), colocada con la cabecera hacia el norte, apoyada contra una pared y en la esquina derecha opuesta a la entrada. Los pies, como en nuestra tradición, no deben estar frente a la puerta principal de la habitación.
La cama no debe tener espejos en la parte delantera (los espejos reflejan el khi y pueden causar una sobrecarga) y no deben recibir la luz solar directamente, ya que demasiada energía puede perturbar el sueño y un buen descanso. Debe evitarse que el borde de un mueble apunte hacia la cama, ya que esto puede generar ondas de energía que perturban el sueño. La cama no debe cruzarse por la línea que conecta la puerta con la ventana y, si la cama no se puede mover, asegúrese al menos de que la línea de la ventana de la puerta atraviesa la parte de los pies y no la cabeza.
Para promover el bienestar, el khi debe poder moverse libremente debajo de la cama, eligiendo un modelo con patas. Deben evitarse las vigas visibles o las vigas inclinadas del techo, ya que dificultan el paso del khi a través de la habitación. En cuanto a los colores, estos deben armonizarse con las coordenadas geográficas de la habitación (cada punto cardinal corresponde a un color), pero en general los tonos de azul, índigo, están bien.