El cuerpo es nuestro templo, pero a veces parece que nos olvidamos de su existencia. Por el amor de Dios, el sistema cultural del que estamos imbuidos constantemente bombardea mensajes sobre su amabilidad externa, pero tener un contacto profundo e íntimo con ellos es un asunto completamente diferente.
Por el contrario, crear un diálogo constante y fructífero entre la mente y el cuerpo es de fundamental importancia para construir una dimensión de comodidad psico-física que también sea útil para profundizar el autoconocimiento.
Disciplinas como el yoga (especialmente algunos tipos de yoga ) comienzan desde el cuerpo para embarcarse en el camino de la realización y la espiritualidad.
Incluso a un nivel más general, aprender a "vivir" en el cuerpo con armonía y facilidad solo puede ayudarnos a identificarnos como personas conscientes y totalmente centradas.
Usa asanas para mejorar la conciencia corporal.
Desde un punto de vista meramente externo, las asanas de yoga son de una belleza estatuaria: el practicante entra en el guerrero, la divinidad, el animal que la posición evoca gracias a la plasticidad física.
Muy apropiadamente, el fotógrafo Robert Sturman habla de " Poesía de las asanas " combinando posturas con arte figurativo tout court .
Más allá del valor estético, las posiciones son una oportunidad para sumergirse en el cuerpo, sintiendo sus límites, posibilidades y potencial. Nos ofrecen la oportunidad de un conocimiento extraordinario del material que nos constituye y de su estado de elasticidad, tono y eficiencia general.
Sin embargo, la profundidad del yoga no se detiene allí y va mucho más allá: cada asana debe realizarse en el nombre de esa unidad que contiene uno de los últimos sentidos del yoga (del verbo yug, unir, afinar).
Por lo tanto, cualquier posición debe ser practicada saboreando la unidad del cuerpo, que es uno, único, un núcleo inseparable. Una asana no es el conjunto de partes del cuerpo que posan de cierta manera, sino que nace de la unión de esas partes, de lo contrario se convierte en una pose gimnástica.
De hecho, durante la clase de yoga estamos llamados a sentir el cuerpo como un unicum del pie a la cabeza y a estar atentos a esta unidad.
Estamos llamados a descender a nuestros órganos, músculos, aparatos para percibir sus sensaciones, su peso, su capacidad de adaptación y abandono.
Lejos de ser inútil, este conocimiento constituye un importante equipaje personal porque nos ayuda a descifrar los mensajes del cuerpo, a escucharlo y, posiblemente, a implementar las estrategias correctas para resolver sus problemas.
Mente y cuerpo: un diálogo constante.
A menudo nos preocupamos por el cuerpo solo cuando nos enfermamos o si queremos cambiarlo para cumplir con los estándares estéticos actuales. En realidad, aprender a familiarizarse con él, a decodificar su lenguaje y a escuchar los mensajes que envía aumenta considerablemente la profundidad de nuestra conciencia personal.
El cuerpo es el envoltorio que vive nuestra alma: es deseable tener cuidado y ser consciente de él constantemente en un diálogo silencioso pero muy profundo.
Pensando con el cuerpo, ¿cómo?