El estrés como factor de supervivencia.

A través del estrés, el cuerpo se prepara para un alto rendimiento para trepar a un árbol, saltar sobre un enemigo, huir de un depredador o nadar a través de un río. Esta "superpotencia" se manifiesta gracias a tres hormonas : la adrenalina, la hormona del escape, la norepinefrina, la hormona del ataque, ambas estimulan la circulación y amortiguan el pensamiento a favor de acciones reflejas preprogramadas; Finalmente, la hidrocortisona, que estimula la coagulación sanguínea, elimina el sistema digestivo y las funciones sexuales y reprime las defensas inmunológicas, todo para concentrarse mejor en la lucha y poder ganarla mejor.

El estrés como factor de conflicto.

El estrés del desempeño como un factor de supervivencia prolongado con el tiempo se convierte en un factor de riesgo para la salud : las hormonas que se liberan no son realmente necesarias, porque no existe un peligro real que deba evitarse o un agresor del que defenderse, no se elimina.

La tensión permanente puede destruir células y órganos, así como comprometer el sistema nervioso autónomo . Si el hombre pudiera vivir sensatamente en la polaridad de la "tranquilidad que produce el estrés", muchas enfermedades serían raras: piense en enfermedades cardio-circulatorias, en nuestro mundo la primera causa de muerte, distonía neurovegetativa, trastornos gástricos e intestinales, trastornos del metabolismo, debilidad inmunológica, trastornos de concentración hasta el alto riesgo de desarrollar un tumor.

La debilidad del sistema inmunológico y el desgaste de la columna vertebral.

Las personas encarceladas en sus conflictos ya no salen del círculo vicioso "estrés-debilidad del sistema inmunológico". La presencia continua de hormonas adrenalina, noradrenalina e hidrocortisona a largo plazo amenaza la alternancia armoniosa de tensión / relajación: las energías que ya no se queman y se transforman se depositan con la consiguiente sobrecarga circulatoria.

Así, por ejemplo, en los casos de dolor en la columna vertebral que se diagnostican como desgaste: el diagnóstico es sin duda correcto, pero los cuerpos vertebrales, los discos intervertebrales y las articulaciones no se desgastan por sí solos. Si se excluyen los factores de riesgo relacionados con la profesión, la postura incorrecta o las malformaciones, como la escoliosis o una extremidad inferior más corta, hay que buscar las causas que están detrás de dicho desgaste. Una de las causas más frecuentes es la tensión repetida que los órganos, a través del sistema nervioso espinal, llevan a los diversos segmentos vertebrales en los que causan espasmos y presión no natural: es esta presión la que genera desgaste.