La cromopuntura, concebida en Alemania por Peter Mandel a principios de la década de 1970, tiene hoy una vasta historia clínica y puede presumir de importantes éxitos terapéuticos y numerosos premios académicos. La idea de que en forma de luz, y en particular de colores, es posible transmitir, a través de los meridianos de la acupuntura, no tanto energía como más bien información, ha encontrado hoy una base científica válida en la teoría del biofotón del físico alemán Fritz-Albert. Popp.
La cromopuntura es una técnica no invasiva, a través de la cual el operador coloca los haces de luz coloreada en los puntos receptores del cuerpo, al igual que la acupuntura o el shiatsu o la reflexoterapia, sin ir más allá de la barrera cutánea (como sucede con las agujas). . Estos puntos se encuentran a lo largo de los meridianos de energía principales de la medicina tradicional china y otros descubiertos por el mismo Mandel. Son estimulados por las vibraciones emitidas por la luz de color, que son de diferente frecuencia dependiendo del radio del espectro de color utilizado en el tratamiento. Una técnica aparentemente simple, pero que requiere un conocimiento profundo mientras trabaja en planes de energía muy profundos.
La cromopuntura no causa ningún tipo de dolor físico, por el contrario, el tratamiento es agradable y relajante para quienes lo reciben, resulta ser una herramienta terapéutica muy efectiva. Por estos motivos, su práctica se considera muy adecuada cuando se quiere hacer terapia con niños, ancianos y personas que sufren enfermedades graves, gracias a que es una técnica suave, no invasiva y sin toxicidad alguna.
Además, con la Cromopuntura es posible actuar sobre los chakras para su reequilibrio y equilibrio.
La estimulación del color en la piel provoca una reacción directa en los sistemas nervioso, linfático y energético. La acción de la luz de color y la vibración emitida lleva la información directamente a los centros nerviosos superiores al equilibrar el sistema de energía central. La gama de colores utilizada en la cromopuntura clásica pertenece a los 7 colores del iris y los chakras, compuestos por los 3 colores primarios: rojo, amarillo y azul y la mezcla de dos, obteniendo así los colores secundarios fríos o calientes. Los 7 colores son: rojo, naranja, amarillo, verde, turquesa, azul / índigo, púrpura. El color es una emisión de luz que tiene una longitud de onda diferente dependiendo de su rango de color.
A menudo, durante los tratamientos de cromopuntura, se utilizan los dos colores opuestos o complementarios, lo que equilibra las energías Yang con las energías Yin del cuerpo y restaura la circulación energética en sus caminos descendentes o ascendentes. Para la terapia, la pluma se utiliza compuesta por un cuerpo para la sujeción manual, con una luz interna y por 7 puntas extraíbles en cristal de cuarzo transparente, que emiten el color desde la base y lo irradian a la punta piramidal de modo que el punto de entrada del La energía en nuestro cuerpo sobre la que se coloca la pluma, recibe la información correcta. Para el componente psicoemocional del síntoma, en cambio, se usan los 4 colores del alma y el espíritu, que son púrpura, verde claro, turquesa y rosa.
La cromopuntura siempre actúa con la debida atención al síntoma al cual se busca el alivio y la causa que es el fondo psico-espiritual del síntoma manifestado. Esta doble actividad terapéutica tiene como objetivo, por un lado, aliviar el síntoma, pero por otro lado, comprender y disolver los movimientos primarios (backstage, causa) del síntoma que impulsa al paciente a buscar ayuda.